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Noticia: La muerte de Erhard Loretan
Un desgraciado y fatídico accidente de montaña sufrió el pasado 28 de abril, el mismo día de su cumpleaños, el alpinista suizo Erhard Loretan cuando estaba escalando en el Grünhorn (Cuerno verde) de 4.043 metros, en los Alpes berneses, en el cantón de Valais, junto a una clienta.
Se desconocen los detalles del accidente, pero ambos sufrieron una caída cuando se encontraban a unos 3.800 metros de altitud, en la arista somital que da a la cumbre, cayendo unos 200 metros pendiente abajo con consecuencias fatales para Loretan y quedando mal herida la chica de 38 años que le acompañaba.
Alpinista prematuro
Erhard Loretan, que el día del accidente cumplió 52 años, nació en Bulle, en el cantón suizo de Friburgo, aunque residía últimamente en Cresuz, también en Suiza. Se inició en esto de la montaña muy jovencito. Erhard, a quien tuvimos el placer de conocer y compartir mesa y mantel en más de una ocasión, disfrutando de su simpatía y buen humor, fue un alpinista prematuro, logrando una gran carrera deportiva a lo largo de su corta vida.
Con once años ya realizó su primera gran escalada y a los quince logró superar la pared este del Doldenhorn, de 3.645 metros. Enseguida comenzó a despuntar como alpinista realizando todas las grandes clásicas de los Alpes. En 1980 completó una gran campaña de escaladas en los Andes abriendo tres nueva rutas, coronando montañas como Pallcaraju (primera ascensión a la cara Sur, de 6.274 metros), primera a la arista Oeste del Ranrapalca (6.162), primera a la cara Sur del Caras (6.025), cara este del Artesonraju (6.025), y vía normal al Huascarán (6.768).
Dos años más tarde da el gran salto y se inicia en el Himalaya, siendo su primer ochomil el Nanga Parbat. Desde entonces no pararía hasta que el 5 de octubre de 1995, con 36 años, se convirtió en el tercer hombre en conseguir completar la preciada lista de los catorce ochomiles, después de Reinhold Messner y Jerzy Kukuczka.
Rompiendo moldes
Erhard se caracterizó, sobre todo en sus aventuras himalayísticas, por romper moldes, por acabar con mitos e hitos en la historia del Himalaya. Era un apasionado de las ascensiones rápidas por considerar que disminuían los riesgos en altura, siendo su máxima estar el menor tiempo posible en la denominada 'zona de la muerte'. Así se convirtió en un precursor y fiel defensor del estilo ligero, del estilo alpino, del estilo rápido en todas sus ascensiones, batiendo récords en las grandes montañas. Para muestra un botón. Ascendió con su inseparable compañero Jean Troillet en 31 horas al Everest, y bajó en 3 horas y 20 minutos al campo base.
Erhard fue un enamorado de la montaña. Y de ella escribió. «¿Qué puede provocar más entusiasmo en un joven que descubrir una pasión que le llenará durante toda su existencia? ¿Acaso ser alpinista no es la mejor forma de aproximarse al cielo tanto físicamente como espiritualmente? He tomado la decisión de vivir intensamente, tuteando al riesgo»... Y allí se quedó para siempre, en la montaña que tanto amaba.
 
Fuente: diariovasco.com